lunes, 31 de marzo de 2014

Amigo enamorado - Maribo

Lo siguiente que leerán es algo que escribí hace un gran par de años, lo cual aclara la poca coherencia y cohesión, la mala redacción y muchas cosas más... y mi falta de ganas de corregirlo.

Disfruten, con cariño: Maribo.-
estribillo:
somos amigos de infancia
amigos para jugar (para jugar)
amigos para reír
y amigos para llorar (para llorar)
yo soy tu amigo
tu fiel amigo (tu fiel amigo)
tu eres mi vida
mi hermosa y eterna vida (hermosa y eterna vida)(x2)
[...]
Cuando te veo caminar
de la mano de aquel
Cuando te veo pasar
riéndote con el
sufro cuando me ignoras
sonrío cuando me miras
lloro cuando lo besas
río cuando lo golpeas
te amo en serio
y no te lo negare
sufriré como un perro
al verte con el
no soy masoquista( no soy masoquista)
pero no dejare de amarte
mi amor es puro y sincero(mi amor es puro y sincero)
aunque el tuyo solo un juego
[...]
estribillo:
somos amigos de infancia
amigos para jugar (para jugar)
amigos para reír
y amigos para llorar (para llorar)
yo soy tu amigo
tu fiel amigo (tu fiel amigo)
tu eres mi vida
mi hermosa y eterna vida (hermosa y eterna vida)(x2)
si te vas moriré
y no soy suicida
quédate conmigo
aunque solo como amiga
te quiero a mi lado
aunque tenga que sufrir
al verte con otro
y no besándome a mi
en mi tina de agua clara
al sumergirme se tiñe de un rojo carmesí
al cual tanta fobia le tienes
al saber que fluye de mi
eres mi amiga y me cuidas
te duele verme deprimido
"murió mi tía" te eh mentido
que a causado tu llanto
me dolió mentirte y verte llorar
quise abrazarte y decirte que era por tu amor
pero justo apareció aquel bastardo
el cual, enfrente mio, te beso y tranquilizo
estribillo:
somos amigos de infancia
amigos para jugar (para jugar)
amigos para reír
y amigos para llorar (para llorar)
yo soy tu amigo
tu fiel amigo (tu fiel amigo)
tu eres mi vida
mi hermosa y eterna vida (hermosa y eterna vida)(x5) (desvaneciéndose)

jueves, 11 de abril de 2013

La historia detrás de la oscuridad...


De noche, todo oscuro… Se podía ver como sombras corrían por esas calles destruidas y deshabitadas. Parecía que todo acabaría,  estaba encerrando y siendo absorbido por ese dolor… Era solo cuestión de tiempo para que se acercara el fin…
Me encontraba encerrado en una pequeña cueva que localicé de cuando era un pequeño niño. Como pasaban los años… Pensar que hace 5 años atrás era un niño alegre, de solo 10 hermosos años de edad, y por la idiotez de un científico que no pudo controlar sus ansias de ser reconocido, hoy todo el mundo está en peligro.
Me presento, me llamo Dylan… Dylan Valentine, tengo 15 años de edad. Mi cabello es oscuro de color negro noche y mis ojos turquesa cielo. Soy de tez blanca, de cuerpo bien formado y una gran altura.
 Estamos en el año 2398, en la ciudad de California, en medio de una catástrofe. Un científico, absorbido por las ganas de ser famoso, inventó una supuesta cura para una rara enfermedad. Pero… Por lo visto algo malo salió de aquello, que hizo que este virus aumente su poder creando una plaga viril y mortal. Lamentablemente, para cuando el hombre habló, ya era demasiado tarde, esto ya estaba expandido por toda la ciudad.
Escuché un ruido fuerte proveniente de la “puerta”, la cual estaba hecha de varias chapas superpuestas y unidas con maderas. Me asuste y di varios pasos para atrás… ¡QUERÍAN ENTRAR!
Con temor seguí dando pasos hacia atrás, hasta que me tropecé con algo – ¿Hu? ¿Una compuerta? – Pregunté en mi mente y, al escuchar que la puerta no daría más, la abrí rápido y salté dentro.
-          ¡Auuuh! – Gimotee suave y acaricié mi espalda baja – Esto me pasa por saltar sin mirar - Mascullé dejando notar un leve tono de enfado en mi voz.
Me paré, limpié mi ropa y comencé a caminar por aquel mausoleo, era terrorífico, pero me vendría bien por un tiempo. Seguí caminando, hasta ver una pequeña franja de luz, así que comencé a correr, hasta que llegué a una… - ¡¿UNA CASA!? – Grité con un gran y notable asombro. No entendía nada, ¿Cómo, de una pequeña cueva, llegué a un mausoleo y a una casa? Al salir de mi asombro, me acerqué y toqué a puerta. Luego de unos pocos minutos la puerta se abrió levemente y un par de ojos verde esmeralda se asomaron por la rendija.
-          ¿Quién eres? – Preguntó una voz hermosa y suave, que dejaba denotar sospecha hacía mi persona y miedo.
-          Tranquila – Respondí, buscando su confianza – Mi nombre es Dylan Valentine, estoy buscando refugio, soy de los pocos que no están infectados – Le dije, mirando hacia aquellos hermosos ojos los cuales se me hacían extremada y extrañamente familiares.
La puerta se abrió de par en par y ella estaba allí. Una niña de tez blanca y cabellos dorados. Hermosos ojos verde esmeralda, una voz tan angelical… Llevaba un vestido negro, estilo época colonial, como a ella siempre le habían gustado y así me había enamorado. Era Susy, Susy Crow, una niña de mi clase.
-          ¡Dylan! –Ella saltó a mí, aferrando sus  brazos a mi cuello, escondiendo su rostro en aquel hueco que queda entre el cuello y el hombro. Yo la abracé fuerte y bese su mejilla.
-          Tranquila –Le susurré – Tranquila, por favor –Traté de que afloje su agarre. Cuando lo logré, me invitó a pasar, me llevó hasta el comedor, donde su madre se encontraba. Me presenté.
-          Un gusto señora Crow, soy Dylan Valentine, un compañero de la clase de Susy. Es un placer conocerla, aunque hubiese deseado que fuera en otras circunstancias –Dije, mientras inclinaba un poco mi cabeza en forma de respeto,
-          El gusto es mío en conocerte, Dylan. Y por favor, simplemente dime Marie –Me dijo tiernamente, con una gran sonrisa en su rostro.
Comenzamos a charlar, les comenté como había llegado hasta ahí, todo lo que había sucedido. Ellas, de vez en cuando, se miraban con un poco de tristeza.  No quise preguntar, encima que me permitían quedarme con ellas, yo andaría de entrometido.
-          Bien, Susy, lleva a Dylan a uno de los cuartos, donde se quedará –Dijo Marie, mirándome dulcemente.
-          Si mami –Dijo Susy con un tono medio aniñado, que le daba tanta ternura mientras comenzaba a caminar.
-          Muchas gracias –Dije sonriendo y proseguí a caminar detrás de Susy.
Ninguno dijo palabra alguna. Eran un silencio tan… Terrorífico.
-          Hey –Escuché que murmuró.
-          ¿Hum? –Mascullé
-          ¿Qué piensas de lo que está sucediendo? –Mi dijo, mientras se detenía frente a una puerta negra.
-          La verdad… No sé qué pensar de todo esto… Es… Es realmente horrible…
Ella se calló y abrió la puerta.
-          Aquí dormirás… -Dijo, y, antes de que pueda agradecerle, se fue rápidamente.
-          Hum, que raro… - Murmuré para mi e ingresé a aquella habitación. Era tan espaciosa, con una gran cama de roble negro, sabanas de terciopelo, un hermoso cubrecama de igual color que la cama.  Tenía un gran espejo de cuerpo completo a un lado, un guardarropa negro, de gran tamaño junto a la cama y lo que más me llamó la atención… Un escritorio… Era… Era hermoso, un tamaño favorable, con muchos libros de todo tipo, color, autor… De un color negro opaco, con algunos toques en gris. – Wow… -Dije sorprendido, mirando aquel hermoso cuarto, entrando lentamente, mientras admiraba cada rincón. Dejé mi mochila a un lado y me recosté en aquella cama, era tan suave, que a cuestión de minutos, caí rendido entre los brazos de Morfeo…
-          ¡Dylan! –Escuché que me llamaban con un tono desesperado y pude sentir como me agitaban fuertemente. - ¡DYLAN! -.
-          ¿E-eh? –Dije asustado, levantándome rápidamente y mirando hacía todos lados – ¿Q-Qué pasa? –Miré a quién me había despertado. Era Susy, mirándome asustada -¿Qué pasa, Susy?
-          Debemos irnos –Dijo preocupada – ¡Debemos irnos ya! – Se alejo de mi –Prepárate, nos iremos en una hora –Salió rápido de la habitación y yo, sin comprender lo que sucedía, comencé a juntar mis cosas. Al cabo de 15 minutos, bajé a la cocina. Allí se encontraban Marie y Susy, junto a un hombre que no podía identificar.
-          H-hola… -Dije tímido, donde las tres personas encontradas, se dieron vuelta y me miraron.
-          Dylan, el es Anthony Crow, mi esposo y padre de Susy –Dijo Marie, sonriéndome.
-          Un gusto Dylan, Marie y Susy me estaban comentando sobre ti –Dijo con una gran sonrisa y tendiéndome su mano en forma de saludo.
-          Es gusto es mío, señor Crow –Me acerqué tímido y estreché su mano con suavidad.
Pasó el tiempo, más o menos 15 minutos más, y las dos mujeres fueron a buscar sus cosas, haciendo que yo quede junto a Anthony.
-          ¿Qué crees de todo lo que pasa, Dylan? –Dijo el hombre sorpresivamente para mí.
-          La verdad… Me da terror y odio… Mis padres murieron por esta maldita infección, que un tipo no supo controlar por sus ansias de ganar dinero… -Dije entre dientes, dejando ver aquel dolor que sentía.
-          ¿Y si fuera que este hombre del que hablas, fue inculpado por algún traidor? – Me miró.
-          No lo sé, lo creo muy… Irrealista, creo sería la palabra –Lo miré, dejando ver un odio en mis ojos.
-          Dylan, este hombre al que le tienes tanto desprecio… Soy yo… -Mirándome a los ojos, dijo, dejando caer una lágrima.
-          ¿Qué?... –Pregunté iluso. No lo podía creer. No… Todo debía ser un sueño…
-          Lo que oíste… Soy yo, yo soy aquel científico… Y no, yo no cree este maldito virus. Fue mi ayudante, me traicionó, me inculpó y luego se mató… -Dijo y tapó su rostro. Estaba dolido, demasiado.
Miré  mis manos y sonreí –Papá y mamá murieron por culpa de ese virus…- Lo miré con lágrimas en los ojos –Papá y mamá me dijeron que… Que nunca odie ni nada, lamentablemente no pude cumplir con sus expectativas… Y ¿Sabe qué es lo peor? Antes de que se fueran, les dije que los odiaba…
El me miró y se levantó, acercándose a mí y abrazándome con fuerza –Tranquilo, de cierto modo, te comprendo…-  Levantó mi rostro y pude ver una gran sonrisa, pero muchas lágrimas cayendo.
-          Gracias Señor, y disculpe por haberlo odiado sin conocer la verdad –Le sonreí, mostrando la pena que sentía ante tal error.
-          No te preocupes, Dylan –Dijo en relajo,  con una gran y amistosa sonrisa.
El tiempo pasó y los dos reíamos, hablando del pasado, contando anécdotas antiguas, hasta que Susy se hizo presente
-          Papá, Dylan, ya estamos listas   para partir –Dijo en un tono triste, dando la media vuelta y yéndose.
Ambos asentimos y  seguimos a la niña, hasta el auto, donde las cosas ya estaban colocadas. Nos subimos y partimos viaje a quien sabe dónde.
Pasó el tiempo, dos horas más o menos y nadie dijo ni una sola palabra. Se podía ver por la ruta cadáveres y gente en el suelo, agonizando.  Yo miraba con odio, pensar que mis padres estuvieron así y los vi morir,  que, por culpa de un idiota, el nombre de un amable y honesto hombre fue manchado, me daba rabia.
Luego de varios kilómetros más, llegamos a un pueblo, ya casi anochecía. Entramos con cuidado, mientras observábamos los edificios destruidos y muchos cadáveres.
El auto se detuvo frente a una casa bastante grande, tapada con tablones de madera por todo tipo de entrada y ventanas, así que supusimos que había sobrevivientes. Bajamos con cuidado de no hacer ruido y nos dirigimos a  la  puerta, donde golpeamos.
Nadie nos atendió… Estábamos desesperados, habíamos dejado el auto y ahora estábamos en peligro.  Por suerte, Susy encontró una entrada, por la que ingresamos al hogar y la cerramos con tablones.
Comenzamos a inspeccionar la casa,  nadie ni nada… Era extraña, pero parecía segura y cómoda, así que decidimos quedarnos esa noche a descansar, al otro día seguiríamos viaje.
Luego de cenar, fuimos a dormir todos juntos, pero… A media noche desperté para ir al baño, y escuché al señor y a la señora Crow hablar de que yo tenía síntomas y de que deberían de acecinarme.
Me asusté, me levanté y los miré -¡¡¿CÓMO ES ESO DE QUE ESTOY INFECTADO?!! –Les grite fuertemente, haciendo que me miren exaltados.
-          Si Dylan, estas infectado – Dijo el señor, mirándome triste
Lo mire incrédulo, no lo creía –¿Y cómo lo sabe? –Pregunte, casi por llorar.
-          Porque tienes manchas –Dijo, señalando mis manos.
-          No… No no –Dije, mientras me alejaba –No… NO LO CREO –Grite y salí corriendo de aquella casa, corrí por la ruta, hasta llegar a una casona, estaba realmente agotado, con los ojos llenos de lágrimas. No podía creerlo…
 Entré a la casona y heme aquí, encerrado, sufriendo y esperando mi muerte, como la encontraron millones de personas, puedo ver a los Crow buscándome y corriendo, y yo acá, contando mis últimas plegarias, pidiendo perdón, llorando… “Mamá, Papá, no los odio, los amo… Gracias por la gran vida que me dieron, gracias por ser los mejores padres del mundo… Gracias por tantas lecciones de vida… Los amo… Nos veremos en un par de horas… Adiós”


24 de  octubre de 2400
Un grupo de  científicos llegaron a una casona, en las afueras de California,  donde encontraron en cuerpo de un niño de, aproximadamente 15 años, carcomido por aquel virus que lograron neutralizar. El científico a cargo tomo un diario y comenzó a leer.  Una lágrima cayó por su rostro,  y, siendo visto por sus colegas, dijo  -Como no hayamos la cura antes, esta vida pudo salvarse-
El científico era reconocido por lograr encontrar la cura, tras utilizar su propia sangre, la de su mujer y su hija, es llamado como Anthony Crow, su señora como Marie Crow y su hija como Susy Crow…

Fin

martes, 9 de abril de 2013

¿Lo recuerdas, amor mío?



Me dolía, realmente me dolía alejarme de tí... pero era lo mejor. Luego de todo lo que te hice vivir... no, realmente, no quiero verte en tantos aprietos, así que te digo adiós.
Te juro que me duele, eres la persona más importante para mi, eres mi reina, mi vida... mi todo.
Por favor, deja de llorar, te lo ruego. Es por tu bien, mi niña. Sabes que te amo y quiero lo mejor para ti.
Amor, calla un minuto, siéntate a mi lado y recordemos aquel día que, por casualidades de esta vida, nos conocimos  ¿Lo recuerdas  ¿ Recuerdas que expresión tuve al verte? ¿Recuerdas nuestras primeras palabras? ¿ Recuerdas cuando caímos de aquel árbol? ¿Recuerdas que jugamos a buscar el tesoro? Aquel viejo reloj que  se encontraba tirado en el césped.
¿ Recuerdas que reímos? ¿ Recuerdas que te acompañé a tú casa, y como te sonrojaste cuando besé tu mejilla, despidiéndome  Te prometí volver al otro día, y así fue. Jugamos todo el día y, por un descuido, se soltó tu bella cadena de oro, con aquel dije en forma de corazón. Quedamos hasta tarde buscándole  hasta que la encontramos en aquel árbol, donde todo comenzó. Te ayudé a colocártela y allí sucedió. En un descuido tuyo, besé tus labios, esperando un empujón, un insulto, un golpe... pero no, contrarío a eso, correspondiste a mi beso, abrazando mi cuello con tus delicadas manos. Allí, ambos besándonos con verdadero cariño, allí estábamos dos pequeños niños, mostrando el amor que sentíamos.
¿Recuerdas ese momento, en el que te pedí ser mi novia? Recuerdo que me abrazaste y con una gran sonrisas, dijiste que si. Todavía  al pensarlo, siento como mi estomago se revuelve de felicidad. Te besé, me correspondiste y así estuvimos unos minutos.
¿Recuerdas nuestro primer año de novios? Te llevé a cenar. Tú estabas con un hermoso vestido negro perlado, que ayudaba a resaltar tu blanca piel, tus grandes y rasgados ojos miel y tu hermoso cabello dorado. Yo me encontraba con un traje de vestir, con una corbata suelta, como era mi estilo, un pantalón de vestir, unos zapatos negros. Camisa blanca, desabrochada los dos primeros botones y el saco, de igual colo que los zapatos, la corbata y  el pantalón... negra. Cenamos en aquel restauran que tanto te gustaba, el que estaba a orilla del mar...
Como olvidar tantos hermosos recuerdos... pero lamentablemente todo termina. Fue hermoso mientras duró, pero, amor mío, nada es para siempre. Por favor, no mires así ese anillo de compromiso, se que duele, pero, te pido mil y un disculpas... tu no tienes la culpa de nada.
Seca tus lágrimas, mi pequeña niña, secalas y continua tu vida, sigue adelante, búscate un hombre que te merezca  un hombre que te haga feliz... solo te pido que nunca olvides lo que vivimos, porque fue lo más hermoso que pude pasar...
Vete de aquí, de este lugar de tantos recuerdos, te pido que me vengas a visitar de vez en cuando, por favor.
Aún recuerdo, el último día que te vi, lo último que te dije"Más allá de mi muerte, más allá de la tumba, más allá del universo, siempre estaré contigo, sin importan nada"
Te amo, nunca lo olvides... adiós, mi princesa de los ojos miel.

sábado, 6 de abril de 2013

Te amo...

No se que hacer, se que me equivoqué y te lastimé. Se que no debí haberlo echo... Simplemente dejé que mi cuerpo actúe. Todos me dicen que dejarte fue el error más grande, que me habrías perdonado... Y ahora te veo ahí, en aquella cama, completamente dormido y con la respiración agitada. Con aquel paño húmedo en tu frente... Tú amigo me contó que vomitaste un botiquín entero de pastillas. Lo único que quiero es que dejes eso...
-Perdón...- Dije en un murmuro, temía despertaras y me vieras ahí, a tú lado, mirándote con mis ojos húmedos.
Recordé, como día antes te había pedido matrimonio. Realmente estaba feliz...
Cerré los ojos, las lágrimas comenzaron a caer.
-Te amo...-Susurré. Me odiaba, realmente lo hacía.
Giré sobre mi y me fui, no sin antes deja una pequeña nota.
Esperaba que despertaras y la leyeras...

"Mi señorito hermoso... Te amo... No lo olvides..."